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Google, 25 años del buscador que revolucionó Internet

En medio de una batalla legal que puede volver a cambiar las reglas del mercado digital, la multinacional celebra 25 años (20 desde su asentamiento en España) de la idea que transformó el modo en que se consume y se utiliza la información.

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Google, el buscador más famoso de la historia de Internet y, por ende, la compañía que ha sido el principal acelerador del espacio digital en todo el mundo, celebra su 25 aniversario durante este mes de septiembre. Y si hablamos en clave local, cuenta la efeméride por partida doble, puesto que fue hace 20 años cuando desembarcó en España. En este tiempo, ha sabido mantenerse como un imprescindible de la industria y ha intentado acercarse a todas las posibilidades del mercado tecnológico, tanto para usuarios como para empresas. De hecho, colidera un espacio, el de la nube, en el que, a día de hoy, solo compiten otros dos grandes hiperescalares como Microsoft y AWS. Por contra, también ha capeado temporales y lidiado batallas como la que está viviendo ahora en Estados Unidos, coincidiendo con el sonado aniversario, donde se enfrenta a uno de los mayores juicios antimonopolio que han tenido lugar y por el que el Gobierno federal pone en entredicho el dominio de su buscador ante la competencia. Tal encrucijada podría acabar, según los peores y más remotos augurios de los expertos, con la escisión de su negocio enseña, que todavía genera aproximadamente el 80% de sus ingresos.

Volviendo a su génesis, esa de la que solo pueden hacer gala los más míticos grupos roqueros, y que se sitúa en un garaje, los compañeros de la Universidad de Stanford Sergey Brin y Larry Page lograron expandir sus ideas para “transformar la forma en la que se consume y utiliza la información, haciéndola accesible a cualquier persona, sea experta o no en tecnología”, según explica Alberto Bellé, analista principal de IDG Research. “Google ha llevado la disrupción a varios sectores tildados de tradicionales, como los medios de comunicación, dado que la información ha pasado a ser gratuita y es el usuario el que prefiere buscarla, transformando el modelo de negocio por completo”. También, prosigue, lo ha hecho con la publicidad, “abriendo posibilidades de personalización, posicionamiento y métricas que antes no existían”. Por último, no quiere dejar de recordar otros cambios como la aceleración del comercio electrónico, la creación de contenidos o la colaboración.

A pesar de la importancia de estos hechos, el recorrido de la firma no acaba aquí. A lo largo de su historia, recuerda Fernando Maldonado, también analista principal de IDG Research, ha expandido su presencia en una variedad de negocios, lo que la llevó en 2015 a establecer la empresa matriz Alphabet, “relegando a Google a una posición subsidiaria”. Esto no ha supuesto, reitera, que sus ganancias no procedan en su mayoría del buscador y de la publicidad. “No obstante, Alphabet ha incursionado en otras apuestas con una perspectiva a medio y largo plazo. Son modelos que actualmente generan menos del 1% de los ingresos y absorben grandes recursos, operando en pérdidas. Estos negocios incluyen áreas como la domótica (Nest), los vehículos autónomos (Waymo) o la biotecnología (Calico).

En medio de toda esta diversificación, donde sí ha tenido éxito, decíamos, es en la nube (Google Cloud) o en otros servicios como PlayStore o la división de hardware, cuya contribución es de aproximadamente un 10% por parte de cada una de ellas.

 

En medio de un juicio vital para su idiosincrasia (y la de los gigantes digitales)

En definitiva, dice Maldonado, “a lo largo de sus 25 años de existencia (20 en España), Google ha buscado con ahínco su diversificación. Sin embargo, la realidad es que mantiene una total dependencia de su negocio de búsqueda y publicidad. De ahí la importancia del proceso anticompetitivo emprendido por las autoridades de competencia estadounidenses”. Como decíamos, la demanda, que se presentó en octubre de 2020 en el tribunal federal del distrito de Washington DC, acusa a la multinacional de crear un monopolio mediante el uso de contratos de exclusividad con fabricantes de dispositivos y proveedores de software, como Apple, distintas telcos o fabricantes de navegadores como Mozilla.  Acuerdos, en resumen, que convierten a Google en el motor de búsqueda de distintos dispositivos y plataformas. El efecto general de esto, según la queja gubernamental, ha sido negar artificialmente el acceso al mercado a rivales. “Este caso trata sobre el futuro de Internet”, han llegado a decir desde el Departamento de Justicia del país norteamericano, tal y como se hace eco ComputerWorld desde su versión americana.

Por su parte, el abogado de la multinacional, John Schmidtlein, ha defendido que estos pagos compensan a sus socios por el trabajo de garantizar que el software reciba actualizaciones de seguridad oportuna y otros tipos de mantenimiento. “Los usuarios de hoy tienen más opciones de búsqueda y más formas de acceder a información en línea que nunca”, expresó alegando a que la cuota de mercado –del 90% – se debe a la calidad del producto. “Los usuarios insatisfechos pueden cambiar de servicio con unos pocos clics”.

“Alcanzar un monopolio de forma natural, porque los clientes prefieren un servicios, no es ilegal”, argumenta Bellé. “El problema reside cuando se considera que se abusa de ese monopolio para dificultar a la competencia. En el trasfondo no solo está la competencia, sino también la privacidad de los datos, el cumplimiento de la promesa de anonimato y las reglas del espacio digital, que ya están cambiando con la entrada súbita de la inteligencia artificial (IA) generativa”.

En este sentido, Maldonado cree que estamos en medio de un cambio tecnológico. “Además de los desafíos legales en curso la aparición de la IA generativa está transformando el mercado, y Google se encuentra en el epicentro de esta evolución. Es difícil prever cómo los motores de búsqueda tradicionales se adaptarán a los nuevos chatbots y si los usuarios los preferirán como su principal acceso a Internet”, concluye.

 

 

Recorrido en España

A nivel local, la compañía se instaló en 2003, año en el que, rememora Fuencisla Clemares, su directora general para España y Portugal, fallece la oveja Dolly, o fuimos testigos del Óscar al mejor guion original de Pedro Almodóvar por Hable con ella. Con oficinas en Barcelona, Madrid y Málaga unos 600 empleados se enfocan en “ayudar a que el país, las personas y las empresas estén preparadas digitalmente para sacar el mayor partido a los avances tecnológicos”.

Desde la filial hacen referencia a un informe realizado por Public First que pone de relieve que, en estas dos décadas sus productos han aportado 151.000 millones de euros a la actividad económica de España (0,7% del PIB) y han ayudado a mantener una media anual de 121.000 puestos de trabajo, 55.000 de ellos para mujeres. “Cabe destacar que, solo en 2022, el impacto ha sido de 19.000 millones, un 1,6% del PIB”.

A su vez, hacen gala de otras iniciativas, como sus programas de formación que, desde 2014, han ayudada a 1,3 millones de personas. Y su apoyo al emprendimiento, con Google for Startups, nacido en 2015, y de cuyas empresas emergentes han recibido una financiación total que alcanza los 1.000 millones de euros y han creado 8.000 empleos.

 



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